La casa de las bellas durmientes, es
una novela del Japonés Yasunari Kawabata, donde se relatan varias historias-
recuerdos del viejo Eguchi, el protagonista, quien acude al burdel que lleva
por nombre el mismo de la novela en cuestión y que es, como lo afirma la mujer
encargada, un lugar para evocar recuerdos y para reencontrarse con las más
íntimas nostalgias que se producen, tal vez por la senilidad propia de la
vejez.
En
la literatura oriental se pueden percibir registros donde la importancia de los
sentidos, las descripciones de las escenas y la sutileza con la cual se
manifiestan las cosas más delicadas de
la naturaleza cobran gran significación; y esta novela no es la excepción,
Kawabata hace un excelente trabajo a mi parecer, al reunir los aspectos antes
mencionados de una manera que en lugar de cansar al lector por lo detallado de
la narración, por el contrario lo
involucra tanto que lo hace partícipe de cada lugar, de cada momento, sueño o
recuerdo e incluso le sugiere la evocación de sus propios recuerdos a través de
los olores tan latentes que se manifiestan en la obra.
A
saber pues, hay olores que nos trasladan a lugares porque las circunstancias en
cuanto a la relación entre los mismos así lo sugieren, es decir el olor a leche
materna, nos podría evocar a una madre, o a una hija, el olor de una flor en
particular nos remite con mayor facilidad a un lugar determinado y así- asumo
yo- se va dando la relación entre olores y momentos, tal y cómo pasaba con los
recuerdos o sueños del protagonista. Pero, ¿cuál es el olor que se siente en el
momento del encuentro entre Eros, Tánatos y Morfeo? Pues pareciese que todos se
redimen en uno mismo, tal y como sucede en esta historia, y que aunque yo recurra al mayor esfuerzo de
mi sentido del olfato, es un olor que no puedo percibir.
La
historia en cuestión deja abierta la pregunta, y alrededor de ella, todo lo
relacionado con los sentidos. ¿A qué sabe?, ¿Qué textura tiene?, ¿qué sonido
puede emanar de tal encuentro?, ¿qué aspecto tiene, cómo se nos presenta ante
los ojos? Todas las respuestas a tales preguntas las podríamos descifrar, tal
vez, en la escena final, la fatal muerte de la chica de tez morena, pues no
sería para nada descabellado admitir que ella, podría adoptar la figura de la
muerte, de Tánatos, y a pesar de su piel grasosa, áspera, su fuerte y
penetrante olor, no podríamos decir con seguridad cuales son las sensaciones
que se perciben mediante este trío amoroso, fatídico y onírico. Sólo queda la
conclusión de que el amor, la muerte y el sueño, siempre serán los componentes
para una velada perfecta donde no gana nadie más que su único protagonista, y
éste no necesariamente tiene que ser el viejo Eguchi.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario