jueves, 28 de mayo de 2015

Mientras agonizo...


Cada monologo de la historia muestra pues, la personalidad tan distinta de cada integrante de la familia, pero personalmente a mí me atrapo más la de Cash, el primogénito, pues la persistencia con la que decide hacer el ataúd para su madre, no sólo refleja nobleza, sino también  la perseverancia y el compromiso con el que hay que contar cuando se asume una labor, sin importar las adversidades. 

“Mientras agonizo”, la novela de William Faulkner,  muestra como la vida de los personajes que la habitan, se les va yendo como agua entre los dedos mientras recorren “el mundo”, acompañados del cuerpo de su difunta madre y esposa. La historia es narrada a través de la conciencia de cada uno de los personajes, lo cual hace que el hilo conductor de la trama vaya influenciando al lector de manera impersonal, esto quiere decir, que el lector se pone en el papel de personaje omnisciente, espectador de cada momento, secreto y pensamiento, a lo largo del transcurrir de la obra y puede decidir sentir algún tipo de inclinación sentimental por la vida de alguno de los Bundren, o simplemente ser apático hacía ellos.  Cada personaje se erige pues, para dar su punto de vista y podría parecer en ocasiones, que ninguno avanza en la historia, todos y cada uno de ellos se queda inmerso en su miseria, en hablar y hablar, tal y como si fuera un absurdo. Este egoísmo de los Bundren al tomar la vocería en cada discurso, no sólo es latente en el estilo narrativo, sino también en el desenvolvimiento como tal de cada escena, pues se puede percibir claramente como, tal vez, el único fin en común de todos es cumplir la voluntad de Addie Bundren, y digo tal vez porque a ninguno se le percibe una fiel devoción hacía su madre, quizá sólo lo hagan por que esa, la muerte de su madre, es una excusa más para que cada uno busque el cumplimiento de sus deseos.
Serrar bajo la lluvia, romperse una pierna dos veces y tratar además, de enmendarla con cemento, no deben ser obstáculos cuando, un hijo, el único que tal vez tiene como fin común con los demás y como fin personal, cumplir el deseo de su madre de ser enterrada en Jefferson junto a los suyos. Cash, es entonces al que más latente se le ve la noción de humildad y entrega, y por lo tanto de sinceridad ante su madre, y siendo muy atrevida, podría decir que también es sincero con la idea que se muestra al lector al comienzo de la obra- la de cumplir la voluntad de una madre en agonía-. Una madre que no sintió más que amor por el hijo concebido bajo circunstancias extramatrimoniales y que nunca sintió entrega total hacía ellos, esto lo único que hace es resaltar que ninguno de los personajes están engañando a su madre, sólo le están correspondiendo en la misma medida, y que Cash a pesar de todo mantiene una posición neutral, no tira de ningún extremo, se mantiene en el medio, pero igual que todos, está también en agonía.

Resultado de imagen para as i lay dying logoLos personajes de “Mientras agonizo” tienen una excusa en común, un deseo en particular y una vida en agonía, que no es precisamente la de Addie Bundren, sino la de cada uno de ellos. 

Onetti, el autor de la re-lectura


Juan Carlos Onetti, el autor que sin duda alguna merece ser leído y re-leído cuantas veces podamos, según las nuevas impresiones, expectativas y perspectivas que queramos generar a partir de su lectura. No sólo Para una tumba sin nombre, es la novela o la historia –si se quiere- que “podría  ser contada de manera distinta otras mil veces”, sino toda su obra, puesto que los personajes acompañados de una especial, minuciosa y decadente narrativa van creando una tensión en nosotros, sus lectores, la cual  nos hace participes de cada historia, nos convierte en el médico, el personaje que reconstruye la historia de Rita a partir de los datos que le son dados por los otros personajes y teniendo el conocimiento de sólo algunos pequeños antecedentes.

El lúgubre ambiente que rodea a los habitantes de Santa María en la novela en cuestión, les otorga un aire de decadencia, de pesadez existencial, que para muchos de nosotros podría pasar desapercibido por la naturalidad con la que Onetti, nos los presenta; pero que vistos desde un ámbito más específico, podría claramente sugerirnos que los personajes están muertos (algo muy Faulkneriano) y que sólo cobran vida cuando toman la vocería en la historia, es decir, cuando son participes de ella, por lo que uno puede percibir que cada uno da y defiende su versión, su verdad, para tomar una re-significación en la novela y en su vida como tal.

Dado que las formas de participación de los personajes son la de la invención imaginaria, ésta por parte de Jorge; y la de la ficción presentada mediante las pesquisas que pueden ser atribuidas al Doctor , quien va “rellenando” la historia con lo que puede, adivinando cosas, podemos concluir que el Doctor no es quien cobra vida participando de forma activa sino el mismo Onetti, el cual en un momento de aburrimiento, así como el Doctor; se involucra de una manera tan inherente en la historia, que fácilmente puede confundírsenos con el médico. 

jueves, 21 de mayo de 2015

Àyax, la ttragedia de un hèroe...


Resultado de imagen para ayax mitologiaÁyax, la tragedia sobre el suicidio de un héroe, quien motivado por una sed de venganza que pretende emprender en contra de los Atridas, lo único que logra obtener es una locura motivada por la Diosa Atena; y una vez recobrada su cordura decide llevar a cabo su fatal final, en la obra se dan cuatro monólogos en los que Áyax no sólo engaña a su esposa Tecmesa, al Coro, sino también a nosotros, sus lectores, acerca de su decisión final; a mi parecer, Sófocles en un momento de brillantez logra articular en estos cuatro monólogos el ánimo con el cual el héroe decide emprender su huida del mundo terrenal. Mi principal pretensión ahora, será mostrar la importancia que dichos fragmentos tienen en el argumento e interpretación de la obra.
En el primer monólogo, una vez recobrado su juicio, Áyax analiza su situación, en primera instancia se da cuenta de que los Dioses, el ejército heleno y todo Troya lo aborrecen por sus crueles actos cometidos, su primera alternativa sería abandonar su tierra e irse para donde su padre, pero tal osadía sería en vano pues su padre lo depreciaría por no ser el merecedor de las armas de Aquiles. En esta instancia la única salida es la muerte que dada mediante sus manos, no sería más que una muerte gloriosa y digna de honor.
 En el segundo monólogo, mediante el conmovedor discurso hacía su hijo, Áyax nos deja sugerido que indudablemente morirá. En tal discurso le específica a su hijo que quedará a cargo de su tío Teucro y que como herencia le será otorgado su escudo. Sus otras armas, pide, serán enterradas junto con él.
El tercer monólogo se nos presenta ya, en ésta instancia, un tanto confuso en lo que respecta al coro, puesto que comienza con lamentaciones y al finalizar prorrumpe en medio de un gran júbilo de alegría.
A pesar de los ruegos de Tecmesa y el Coro, Áyax continua con el firme deseo de suicidarse, pero  despista a sus interlocutores, haciéndoles creer que irá al campo para agradecer a los Dioses y suplicar por sus injurias para con ellos, y para tal acto solicita poder llevar su espada consigo, pues en la ofrenda ésta es clave.
Pero la idea de Áyax principalmente al quererlos persuadir de que lo dejasen solo con ese tono de voz un tanto melodramático, es para poder llevar a cabo se cometido y finalmente lograr su mayor deseo.




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El cuarto monólogo se da en una playa solitaria, éste a mi parecer, es el más relevante, no sólo porque aquí se desata el desastroso final del héroe, sino porque en medio de la invocación a los Dioses, el discurso por parte de Áyax, está completamente lleno de sinceridad. En primera medida se y nos confiesa que la muerte por sus propias manos, no le parece en absoluto gloriosa, sino que por el contrario le parece una desventura de tal magnitud que sólo queda por desearle el mismo infortunio a sus enemigos.
Invoca a Zeus para que llame a Teucro e impida la profanación de su cadáver; a Hermes para que lo guíe hacía el inframundo; a las Erinias para que, atormenten a los griegos; y a la muerte para que venga a recibirle. Una vez culminado su discurso indica que esas eran sus últimas palabras y se da a la muerte echándose sobre su propia espada, la otorgada por Héctor.
En esta etapa se vislumbra que el suicidio de Áyax no fue ni siquiera por la no obtención de las armas, sino por la vergüenza que le generó haber atacado a los rebaños y el dejar a sus enemigos inmunes.
Este juicio, si cabe llamarlo de tal modo, se da de modo silencioso, no hay salvación alguna, ni preguntas por culpas o delitos, no existe entonces otro juez más que sí mismo. Su dolor, es un dolor sin salida, es un dolor moral que no tiene más consuelo que su final desventura.



La casa de las bellas durmientes

La casa de las bellas durmientes, es una novela del Japonés Yasunari Kawabata, donde se relatan varias historias- recuerdos del viejo Eguchi, el protagonista, quien acude al burdel que lleva por nombre el mismo de la novela en cuestión y que es, como lo afirma la mujer encargada, un lugar para evocar recuerdos y para reencontrarse con las más íntimas nostalgias que se producen, tal vez por la senilidad propia de la vejez.
En la literatura oriental se pueden percibir registros donde la importancia de los sentidos, las descripciones de las escenas y la sutileza con la cual se manifiestan  las cosas más delicadas de la naturaleza cobran gran significación; y esta novela no es la excepción, Kawabata hace un excelente trabajo a mi parecer, al reunir los aspectos antes mencionados de una manera que en lugar de cansar al lector por lo detallado de la narración, por el  contrario lo involucra tanto que lo hace partícipe de cada lugar, de cada momento, sueño o recuerdo e incluso le sugiere la evocación de sus propios recuerdos a través de los olores tan latentes que se manifiestan en la obra.
A saber pues, hay olores que nos trasladan a lugares porque las circunstancias en cuanto a la relación entre los mismos así lo sugieren, es decir el olor a leche materna, nos podría evocar a una madre, o a una hija, el olor de una flor en particular nos remite con mayor facilidad a un lugar determinado y así- asumo yo- se va dando la relación entre olores y momentos, tal y cómo pasaba con los recuerdos o sueños del protagonista. Pero, ¿cuál es el olor que se siente en el momento del encuentro entre Eros, Tánatos y Morfeo? Pues pareciese que todos se redimen en uno mismo, tal y como sucede en esta historia,  y que aunque yo recurra al mayor esfuerzo de mi sentido del olfato, es un olor que no puedo percibir.

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La historia en cuestión deja abierta la pregunta, y alrededor de ella, todo lo relacionado con los sentidos. ¿A qué sabe?, ¿Qué textura tiene?, ¿qué sonido puede emanar de tal encuentro?, ¿qué aspecto tiene, cómo se nos presenta ante los ojos? Todas las respuestas a tales preguntas las podríamos descifrar, tal vez, en la escena final, la fatal muerte de la chica de tez morena, pues no sería para nada descabellado admitir que ella, podría adoptar la figura de la muerte, de Tánatos, y a pesar de su piel grasosa, áspera, su fuerte y penetrante olor, no podríamos decir con seguridad cuales son las sensaciones que se perciben mediante este trío amoroso, fatídico y onírico. Sólo queda la conclusión de que el amor, la muerte y el sueño, siempre serán los componentes para una velada perfecta donde no gana nadie más que su único protagonista, y éste no necesariamente tiene que ser el viejo Eguchi.


jueves, 14 de mayo de 2015

Para una tumba sin nombre


Juan Carlos Onetti, el autor que sin duda alguna merece ser leído y re-leído cuantas veces podamos, según las nuevas impresiones, expectativas y perspectivas que queramos generar a partir de su lectura. No sólo Para una tumba sin nombre, es la novela o la historia –si se quiere- que “podría  ser contada de manera distinta otras mil veces”, sino toda su obra, puesto que los personajes acompañados de una especial, minuciosa y decadente narrativa van creando una tensión en nosotros, sus lectores, la cual  nos hace participes de cada historia, nos convierte en el médico, el personaje que reconstruye la historia de Rita a partir de los datos que le son dados por los otros personajes y teniendo el conocimiento de sólo algunos pequeños antecedentes.
El lúgubre ambiente que rodea a los habitantes de Santa María en la novela en cuestión, les otorga un aire de decadencia, de pesadez existencial, que para muchos de nosotros podría pasar desapercibido por la naturalidad con la que Onetti, nos los presenta; pero que vistos desde un ámbito más específico, podría claramente sugerirnos que los personajes están muertos (algo muy Faulkneriano) y que sólo cobran vida cuando toman la vocería en la historia, es decir, cuando son participes de ella, por lo que uno puede percibir que cada uno da y defiende su versión, su verdad, para tomar una re-significación en la novela y en su vida como tal.

Dado que las formas de participación de los personajes son la de la invención imaginaria, ésta por parte de Jorge; y la de la ficción presentada mediante las pesquisas que pueden ser atribuidas al Doctor , quien va “rellenando” la historia con lo que puede, adivinando cosas, podemos concluir que el Doctor no es quien cobra vida participando de forma activa sino el mismo Onetti, el cual en un momento de aburrimiento, así como el Doctor; se involucra de una manera tan inherente en la historia, que fácilmente puede confundírsenos con el médico.